Regresando a nuestra esencia


-Si no existiera ningún obstáculo o dificultad en el mundo, ¿seguirías la carrera en que sigues? ¿Qué te gustaría hacer?-


He hecho esta pregunta miles de veces por curiosidad y también, porque me gusta escuchar las respuestas. Es ahí en donde conozco a una persona más allá de que sea contador, doctor, economista, cocinero, etc. Claro, cada una de estas profesiones contienen su propia forma de arte de aprender y dominar, pero hay veces en que el contador revela que su pasión más grande está en la cocina donde crea los platos más deliciosos.

Sin saberlo, esta pregunta es lo que me llevaría más cerca a lo que mi alma y corazón extrañaba: el arte y la creación. Desde la infancia hasta ahora en mi último año de universidad, he trabajado para obtener las mejores notas y los más altos honores. Mi plan siempre ha sido ser abogada y enorgullecer a mi familia. Y por supuesto, también disfrutar del mérito propio y los beneficios económicos que vienen con seguir la carrera de derecho.


En una etapa oscura en mi vida, la motivación que sentía hacia mi carrera y hacia mi vida empezó a caer. A pesar de que aún obtenía buenas notas y tenía el trabajo de ayudante legal que había soñado tener, me sentía completamente entumecida y miserable. Hacía todo lo “correcto” y sin embargo todo se sentía mal. Esta vez, me pregunté a mí misma,  



-Si no existiera ningún obstáculo o dificultad en el mundo, ¿seguirías la carrera en la que estás? ¿Qué te gustaría hacer?-


Y la verdad es que no existe una respuesta concreta ni fija ni clara. Hice lo que la niña en mí quería hacer: crear algo sin miedo de fracasar y sin expectativas de ser perfecta. Empecé a crear joyas con mi mejor amiga, en donde las dos diseñamos y creamos joyas con la intención de ser auténticas con quienes somos y lo que sentimos. Volví a tomar fotos donde no sigo las reglas y normas de la fotografía profesional y me dirijo sola. Regresé a lo que me apasionaba a los diez años cuando vendía pulseras hechas a mano en la escuelita y a los doce cuando aprendí a usar una cámara digital por primera vez.

El proceso de creación es mediante una fuerza y energía divina. Es aquí donde encuentro libertad ya que la pura libertad existe sin expectativas ni límites de lo que es “bueno” o “malo”. La energía divina se manifiesta en mí mientras mis pensamientos y sentimientos dirigen mi visión y mis manos se encargan de envolver una joya verde con decoración dorada. Si me siento inspirada por un sueño, eso me impulsa a convertir esta visión en una realidad con mi dirección y mi cámara. No existe el tiempo en este estado y es aquí en donde mi alma se siente tan despierta que dormir no es necesario, en comparación con las dos horas que parecen una eternidad en mi trabajo como ayudante legal.


Mi alma y mi corazón se sienten vivos con pasión por la vida.


Sin embargo, esta sensación no es constante ni dura para siempre. Especialmente, en este mundo capitalista. Vienen los sentimientos de culpa, de miedo, y de ira al pensar en que tal vez estás fallando a tu familia, que tal vez tu arte no sea bueno, y que tal vez no tengas tiempo para dedicarte completamente a lo que realmente deseas.

Y entonces después de haber descuidado lo que alimenta mi felicidad, uso el aspecto de ser abogada que me gustaba y desafío mis pensamientos y las creencias del mundo.

El arte es libertad, y es lo más valiente que puedo hacer para mí y para mi familia. Si mi familia ha trabajado mucho para que yo llegue a estas alturas, los puedo llevar aún más alto en donde la sobrevivencia ya no es prioridad, sino la felicidad y satisfacción sincera. Mi papá no ha soñado en trabajar todo el día en un almacén ni mi mamá en cocinar y manejar una pizzería todo el día, todos los días para que yo también me preocupe solamente en sobrevivir. Tengo la oportunidad de llevarnos hasta el más allá del dinero y la estabilidad, en donde podamos liberar nuestras almas. Tal vez los hijos de los ricos tengan oportunidad de estudiar y hacer lo que les dé la gana porque les apasiona, y no por supervivencia, pero tampoco necesitamos quedarnos en sobrevivencia nosotros. El arte no debe ser un lujo, y es valiente tomar este riesgo. El arte es libertad, y negarlo es suprimir nuestra esencia humana más necesaria para vivir la vida, no para sobrevivirla.

El arte es resistencia. Y no me refiero solamente a la forma de arte que se usa en protestas o en revoluciones. Me refiero a la resistencia contra las fuerzas que intentan suprimirlo. En una sociedad capitalista y poscolonial, el arte es una amenaza. El dinero es dios y el valor se define por el trabajo que uno produce para sobrevivir. El control y la dominación son necesarios para que exista el poder para unos pocos individuos. Existen artistas famosos y admirados, pero sin embargo, su arte es definido como “bueno” o “malo”. Aquella acción de creer en este binomio de arte bueno y arte malo es desalentadora para el artista que existe en cada persona, lo sepan o no. Cada persona en su esencia tiene pensamientos, perspectivas, y sentimientos que expresar pero la sociedad capitalista y poscolonial está perfectamente construida para suprimir estas expresiones en nombre de la productividad y lo que es enseñado como “correcto”. La existencia de la creación misma es suficiente para resistir lo que nos enseña la sociedad que existe hoy. Solamente existe y su existencia es una amenaza ya que causa que pensemos en nosotros primero y nos liberemos por unos momentos de cómo nos ha definido la sociedad lo que es vida y lo que es “bueno” y “malo”. No existe arte bueno ni malo, el arte simplemente es.

En nuestra esencia más pura, los humanos todos tenemos la misma característica de tener pensamientos, sentimientos, y nuestra propia forma de ver al mundo y a la vida. Y cada uno de nosotros tenemos una esencia única, ninguna es igual a la otra. A pesar de las fuerzas creadas por la codicia de dinero y poder, el arte es imposible de matar. Existe alrededor de ti en cada momento y en cada lugar y persona. El arte busca una forma de sobrevivir con nosotros y nos llama a regresar a nuestra esencia humana, un acto de valentía que vale la pena al sentir la libertad que nos da y la vida que regresa en nosotros.